Sigmund Freud
Sigmund Freud: TRES ENSAYOS SOBRE TEORÍA SEXUAL
Para explicar las necesidades sexuales del hombre y del animal supone la biología la existencia de un "instinto sexual", del mismo modo que supone para explicar el hambre un instinto de nutrición. Pero el lenguaje popular carece de un término que corresponda al de "hambre" en lo relativo a lo sexual. La ciencia usa en ese sentido la palabra líbido.
La opinión popular posee una bien definida idea de la naturaleza y caracteres de este instinto sexual. Se cree firmemente que falta en absoluto en la infancia; que se constituye en el proceso de maduración de la pubertad, y en relación con él, que se exterioriza en los fenómenos de irresistible atracción que un sexo ejerce sobre el otro, y que su fin está constituido por la cópula sexual o al menos por aquellos actos que a ella conducen.
El diván de Freud
Existen, sin embargo, poderosas razones para no ver en estos juicios más que un reflejo harto infiel de la realidad. Analizándolos detenidamente, descubrimos en ellos multitud de errores, inexactitudes e inadvertencias.
Antes de entrar en su discusión fijaremos el sentido de los términos que en la misma hemos de emplear. La persona de la cual parte de la atracción sexual la denominaremos objeto sexual y el acto hacia el cual impulsa el instinto fin sexual. La experiencia científica nos muestra que tanto respecto al objeto como al fin existen múltiples desviaciones, y que es necesaria una permanente investigación para establecer las relaciones que dichas anormalidades guardan con lo considerado normal.
Una carta autógrafa de Freud
1. DESVIACIONES RESPECTO AL OBJETO SEXUAL
A la teoría popular del instinto sexual corresponde la poética fábula de la división del ser humano en dos mitades, hombre y mujer, que tienden a reunirse en el amor. Causa, pues, una gran extrañeza hoy existen hombres y mujeres cuyo objeto sexual no es una persona del sexo contrario, sino otra de su mismo sexo. A estas personas se las denomina homosexuales; o, mejor dicho, invertidas, y al hecho mismo, inversión. Su número es muy elevado, aunque sea difícil establecerlo con alguna exactitud
A.- LA INVERSIÓN: Conducta de los invertidos.
Los invertidos se conducen muy diferentemente unos de otros:
a) Son invertidos absolutos; esto es, su objeto sexual tiene necesariamente que ser de su mismo sexo, no siendo nunca el sexo opuesto objeto de su deseo sexual, sino que los deja fríos o despiertan ellos manifiesta repulsión sexual. Los invertidos absolutos masculinos son, en general, incapaces de realizar el acto sexual normal y no experimentan placer alguno en realizarlo.
b) Son invertidos anfígenos (hermafroditas psicosexuales); es decir, su objeto sexual puede pertenecer indistintamente a uno u otro sexo. La inversión carece aqui, pues, de exclusividad.
c) Son invertidos ocasionales, o sea, que bajo determinadas condiciones -de las cuales ocupan el primer lugar la carencia de objeto sexual normal y la imitación- puede adoptar como objeto sexual a una persona de su mismo sexo y hallar satisfacción en el acto con ella realizado.
Una edición de esta obra
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