Johan Huizinga: EL OTOÑO DE LA EDAD MEDIA.
Cap. 5: El sueño del heroísmo y del amor
Siempre que se profesa en toda su pureza el ideal caballeresco pónese el centro de gravedad en el elemento ascético. En la época de su primer florecimiento emparejóse este ideal sin violencia, e incluso por necesidad, con el ideal monástico: en las órdenes militares de la época de las Cruzadas. Como en realidad imponía al ideal renovadas y crueles decepciones, fue retirándose aquél más y más de la esfera de la fantasía y en ella siguió conservando los rasgos de noble ascetismo, que raras veces eran visibles en medio de las realidades sociales. El caballero andante, como el templario, está libre de lazos terrenos y es pobre.
Las conexiones del ideal caballeresco con elevados elementos de la conciencia religiosa -la compasión, la justicia, la fidelidad- no son, pues, en modo alguno, artificiosas o superficiales. Pero no son ellas las que hacen de la caballería la forma ideal de vida por excelencia. Ni tampoco las raíces inmediatas que tienen en la belicosidad masculina habrían podido elevarla a ello, si el amor de las mujeres no hubiese sido el fuego ardiente que prestaba el calor de vida a aquel complejo de sentimientos e ideas.
El arcángel san Miguel
El profundo carácter de ascetismo, de denodada abnegación, que es propio del ideal caballeresco, está en estrecha conexión con la base crítica de esa actitud vital, siendo quizá tan sólo la traducción moral de un deseo insatisfecho. No sólo en la literatura y en las artes plásticas encuentra el deseo de amor su reducción a imagen, su estilización. La necesidad de dar al amor un estilo noble y una noble configuración encuentra en todas las manifestaciones de la vida un ancho campo donde desplegarse: en el trato cortés, en los juegos de sociedad, en las diversiones y deportes. También en todo esto se sublima constantemente el amor y se torna romántico. La vida respira en ello el aire de la literatura, aunque en realidad ésta lo aprenda todo de la vida. El motivo del caballero y de la frouwe (dama) se daba en las circunstancias reales de la vida.
El Krak de los Caballeros
El caballero y su dama, el héroe por amor..., he aquí el eterno y principal motivo romántico, que en todas partes surge y ha de surgir siempre. Es la más inmediata traducción de la pasión sensible en una negación ética o cuasi ética. Radica inmediatamente en la necesidad de mostrar el valor, exponerse a peligros y acreditar la fuerza de padecer y de dar la sangre, todo por la dama: impulso que conoce todo mozo de dieciséis años. La exteriorización y el cumplimiento del deseo, que parecen inasequibles, son reemplazados y superados por la heroicidad por amor. Por eso se plantea en seguida la muerte como alternativa, asegurándose por ambas partes, digámoslo así, la satisfacción.
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