Plutarco : DEMETRIO Y ANTONIO
Los primeros a quienes ocurrió la idea de comparar las artes a los sentidos, me parece que a lo que atendieron principalmente fue a la facultad de formar juicio, con la que nos es dado discernir igualmente los contrarios en uno y otro género; porque en esto es en lo que convienen; mas diferenciándose en referir a un fin lo juzgado y discernido. Porque el sentido no es más bien facultad de discernir lo blanco que lo negro, lo dulce que lo amargo, lo blando y que cede de lo duro y que resiste, sino que su ministerio es, tropezando con cada cosa, ser de todas movido y al ser movido trasladar a la inteligencia la
impresión que le han hecho; pero las artes, dirigidas por la razón a la elección y consecución de su objeto propio, y a la repulsión y fuga de su contrario, lo primero lo examinan por su misma institución y de propósito, y lo segundo para guardarse y por accidente; porque si la medicina atienda accidentalmente a la enfermedad y la música a la disonancia, es para conseguir mejor la ejecución de los contrarios. Las más perfectas de todas las artes, a saber, la templanza, la justicia y la prudencia, no solamente juzgan de lo honesto, de lo justo y de la útil, sino también de lo perjudicial, de lo torpe y de lo injusto; y no celebran la simplicidad que se complace en no tener experiencia de los vicios, sino que la tienen por necedad e ignorancia de aquellas cosas que importa sobre todo sean conocidas que los que se proponen vivir bien. Así, los antiguos espartiatas hacían a los ilotas en sus festejos beber vino destempladamente, y después los introducían en sus banquetes para que los jóvenes vieran por sus ojos la deformidad de la embriaguez; mas nosotros no tenemos por muy humano ni por muy político el procurar la corrección de unos por medio del desorden y la destemplanza de otros. Creemos, sí, que
los que más se abandonaron, y en un gran poder y grandes negocios manifestaron una insigne maldad, puede quizá convenir que introduzcamos una o dos parejas para que también sus vidas sirvan de ejemplo; no a fe por el placer y la diversión de variar nuestro cuadro, sino a la manera de lo que ejecutaba Isamenias de Tebas, que haciéndoles a sus discípulos oír a los que tañían bien la flauta y a los que la tañían mal, les decía después: "Así no se ha de tocar". Antigónidas creía que los jóvenes oirían con más gusto a los buenos flautistas después de haber oído alguno malo; pues del mismo modo me parece a mi que nos dedicaremos con más ardor a observar e imitar las vidas ordenadas y buenas si no carecemos del conocimiento de las viciosas y vituperadas.
Plutarco
impresión que le han hecho; pero las artes, dirigidas por la razón a la elección y consecución de su objeto propio, y a la repulsión y fuga de su contrario, lo primero lo examinan por su misma institución y de propósito, y lo segundo para guardarse y por accidente; porque si la medicina atienda accidentalmente a la enfermedad y la música a la disonancia, es para conseguir mejor la ejecución de los contrarios. Las más perfectas de todas las artes, a saber, la templanza, la justicia y la prudencia, no solamente juzgan de lo honesto, de lo justo y de la útil, sino también de lo perjudicial, de lo torpe y de lo injusto; y no celebran la simplicidad que se complace en no tener experiencia de los vicios, sino que la tienen por necedad e ignorancia de aquellas cosas que importa sobre todo sean conocidas que los que se proponen vivir bien. Así, los antiguos espartiatas hacían a los ilotas en sus festejos beber vino destempladamente, y después los introducían en sus banquetes para que los jóvenes vieran por sus ojos la deformidad de la embriaguez; mas nosotros no tenemos por muy humano ni por muy político el procurar la corrección de unos por medio del desorden y la destemplanza de otros. Creemos, sí, que
Demetrio
los que más se abandonaron, y en un gran poder y grandes negocios manifestaron una insigne maldad, puede quizá convenir que introduzcamos una o dos parejas para que también sus vidas sirvan de ejemplo; no a fe por el placer y la diversión de variar nuestro cuadro, sino a la manera de lo que ejecutaba Isamenias de Tebas, que haciéndoles a sus discípulos oír a los que tañían bien la flauta y a los que la tañían mal, les decía después: "Así no se ha de tocar". Antigónidas creía que los jóvenes oirían con más gusto a los buenos flautistas después de haber oído alguno malo; pues del mismo modo me parece a mi que nos dedicaremos con más ardor a observar e imitar las vidas ordenadas y buenas si no carecemos del conocimiento de las viciosas y vituperadas.
Marco Antonio
Contendrá, pues, este libro las vidas de Demetrio el Poliorceta y de Antonio el Triunviro, muy propios ambos para confirmar la máxima de Platón de que los caracteres extraordinarios se llevan los grandes vicios como las grandes virtudes. Siendo ambos igualmente dados al amor, bebedores, belicosos, dadivosos, magníficos e insolentes, fueron semejantes en los sucesos de fortuna; pues no sólo en vida consiguieron grandes victorias y tuvieron grandes descalabros, hicieron dilatadas conquistas y las perdieron, y habiendo caído de un modo inesperado, por otro inesperado se levantaron, sino que perecieron también, el uno hecho cautivo por sus enemigos y el otro estando muy próximo a que le sucediera lo mismo.
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