Belmonte de Gracián
Baltasar Gracián.- EL CRITICÓN
Segunda Parte. Crisi Quinta: PLAZA DEL POPULACHO Y CORRAL DEL VULGO
Estábase la Fortuna, según cuentan, bajo su soberano dosel, más asistida de sus cortesanos que asistiéndoles, cuando llegaron dos pretendientes de dicha a solicitar sus favores. Suplicó el primero le hiciese dichoso entre personas, que le diese cabida con los varones sabios y prudentes. Miráronse unos a otros los curiales y dijeron:
-Este se alzará con el mundo.
La casa natal del autor
Mas la Fortuna, con semblante mesurado y aun triste, le otorgó la gracia pretendida.
Llegó el segundo y pidió, al contrario, que le hiciese venturoso con todos los ignorantes y necios. Riéronlo mucho los del cortejo, solemnizando gustosamente una petición tan extraña. Mas la Fortuna, con rostro muy agradable, le concedió la suplicada merced.
Partiéronse entrambos tan contentos como agradecidos, abundando cada uno en su sentir. Mas los áulicos, como siempre están contemplando el rostro de su príncipe y brujuleándole los afectos, notaron mucho aquel tan extravagante cambiar semblante de su reina. Reparó también ella en su reparo y muy galante les dijo:
Mas la Fortuna, con semblante mesurado y aun triste, le otorgó la gracia pretendida.
Llegó el segundo y pidió, al contrario, que le hiciese venturoso con todos los ignorantes y necios. Riéronlo mucho los del cortejo, solemnizando gustosamente una petición tan extraña. Mas la Fortuna, con rostro muy agradable, le concedió la suplicada merced.
Partiéronse entrambos tan contentos como agradecidos, abundando cada uno en su sentir. Mas los áulicos, como siempre están contemplando el rostro de su príncipe y brujuleándole los afectos, notaron mucho aquel tan extravagante cambiar semblante de su reina. Reparó también ella en su reparo y muy galante les dijo:
Una plaza de la época
-¿Cuál destos dos pensáis vosotros, ¡oh cortesanos míos!, que ha sido el entendido? Creeréis que el primero. Pues sabed que os engañáis de medio a medio, sabed que fue un necio: no supo lo que pidió, nada valdrá en el mundo. Este segundo sí que supo negociar; este se alzará con todo.
Admiráronse mucho, y con razón, oyendo tan paradojo sentir, mas desempeñóse ella diciendo:
-Mirá, los sabios son pocos, no hay cuatro en una ciudad; ¡qué digo cuatro!, ni dos en un reino. Los ignorantes son los muchos, los necios son los infinitos; y así, el que los tuviere a ellos de su parte, ese será señor de un mundo entero.
El gentío
Sin duda que estos dos fueron Critilo y Andrenio, cuando éste, guiado por el Cecrope, fue a ser necio con todos. Era increíble el séquito que arrastraba el que todo lo presume y todo lo ignora. Entraron ya en el plaza mayor del universo, pero nada capaz, llena de gentes, pero sin persona, a dicho de un sabio (1) que con la antorcha en la mano, al medio día, iba buscando un hombre que lo fuese y no había podido hallar uno entero: todos lo eran a medias; porque el que tenía cabeza de hombre, tenía cola de serpiente, y las mujeres de pescado; al contrario, el que tenía pies no tenía cabeza. Allí había muchos Acteones (2) que luego que cegaron se convirtieron en ciervos. Tenían otros cabezas de camellos, gente de cargo y de carga; muchos, de bueyes en lo pesado, que no en lo seguro; no pocos, de lobos, siempre en la fábula del pueblo (3); pero los más de estólidos jumentos, muy a lo simple malicioso.
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(1) Alude a Diógenes el Cínico
(2) Acteón, personaje mitológico que descubrió a Diana desnuda y fue convertido por esta en ciervo.
(3) La "cabeza del lobo" era la ocasión que uno tomaba para aprovecharse como el que mata un lobo,
que llevando la cabeza por los lugares de la comarca le daban una gratificación al bien que había
hecho matando a un animal dañino.
El autor
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