jueves, 6 de octubre de 2011

Julio César.- COMENTARIOS DE LA GUERRA CIVIL



Julio César.- COMENTARIOS DE LA GUERRA CIVIL

LIBRO PRIMERO
Pompeyo y César
     1. Después que Fabio entregó a los cónsules la carta de Cayo César, costó mucho recabar de éstos el que se leyese en el Senado, aun mediando para ello las mayores instancias de los tribunos del pueblo, pero nada bastó para reducir a que hicieran la propuesta del tenor de su contenido; y así sólo propusieron lo tocante a la República. Lucio Lentulo, uno de los cónsules, promete no desamparar al Senado y a la República, como quieran votar con resolución y entereza; pero si tiran a contemplar a César y a congraciarse con él, como lo han hecho hasta ahora, tomará por si sólo su partido, sin atender a la autoridad del Senado, que también él sabrá granjearse la gracia y amistad de César. Escipión se explica en los mismos términos, afirmando que Pompeyo está resuelto a no abandonar la República si encuentra apoyo en el Senado; pero que si éste se muestra irresoluto y blandea, después, aunque quiera, en balde implorará su ayuda.
Una sesión del Senado romano
     2. Esta proposición, como se tenía el Senado en Roma, estando Pompeyo a sus puertas, parecía salir de la boca del mismo Pompeyo. Algún otro dio parecer más moderado; tal fue, primero el de Marco Marcelo, que se esforzó en persuadir que no se debía tratar en el Senado lo concerniente a la República antes de que se hicieran levas por toda Italia y estuviesen armados los ejércitos, con cuyo resguardo pudiese el Senado segura y libremente decretar lo que mejor le pareciese; tal el de Marco Calidio, que insistía en que Pompeyo fuese a sus provincias para quitar toda ocasión de rompimiento; que César se recelaba de que Pompeyo en haberle sonsacado las dos legiones no tuvo más mira que servirse de ellas contra su persona, y tener estas fuerzas a su disposición en Roma; tal en fin el de Marco Rufo, que con alguna diferencia de palabras convenía en la substancia con Calidio. Se opuso violentamente a estos tres Lucio Lentulo, y se cerró en que no había que proponer el voto de Calidio. Así Marcelo, aterrado con los baldones, abandonó su parecer, u así violentados los más por la destemplanza del cónsul, terror del ejército presente, y amenazas de los amigos de Pompeyo, siguen mal de su grado la sentencia de Escipión: “que dentro de cierto término deje César el ejército; donde no, se le declare por enemigo de la República. Opónese Marco Antonio y Quinto Casio, tribunos del pueblo. Pónese al punto en consejo la protesta; díctanse sentencias violentas. Quien acertó a explicarse con más desabrimiento y rigor, ese se lleva mayores aplausos de los enemigos de César.
Plano del Foro

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