jueves, 9 de agosto de 2012

Fernando de Rojas.- LA CELESTINA

Incunable de la 1ª edición del libro (1499)
  

ARGUMENTO DEL PRIMER AUTO DE ESTA COMEDIA



     Entrado CALISTO en una huerta en pos de un halcón suyo, halló ahí a MELIBEA, de cuyo amor preso, comenzóle de hablar; de la cual rigurosamente despedido, fue para su casa muy angustiado. Y habló con un criado suyo llamado SEMPRONIO, el cual, después de muchas razones, lo enderezó a una vieja llamada CELESTINA, en cuya casa tenía el mesmo criado una enamorada llamada ELICIA. La cual, viniendo SEMPRONIO  a casa de CELESTINA con el negocio de su amo, tenía otro consigo, llamado CRITO, al cual escondieron. Entretanto que SEMPRONIO está negociando con CELESTINA, CALISTO está razonando con otro su criado, por nombre PARMENO, el cual razonamiento dura hasta que llega SEMPRONIO y CELESTINA a casa de CALISTO. PARMENO fue conocido de CELESTINA, la cual mucho le dice de los hechos y conocimientos de su madre, induciéndole a amor y concordia de SEMPRONIO.

Un jardín en el que hubiera podido comenzar la trgicomedia


CALISTO.- En esto veo, Melibea, la grandeza de Dios.

MELIBEA.- ¿En qué, Calisto?

CALISTO.- En dar poder a natura que de tan perfecta hermosura te dotase, y hacer a mí inmérito tanta merced que verte alcanzase, y en tan conveniente lugar, que mi secreto dolor manifestarte pudiese, Sin duda, incomparablemente es mayor tal galardón que el servicio, sacrificio y devoción y obras pías que por este lugar alcanzar no tengo a Dios ofrecido. ¿Quién vido en esta vida cuerpo glorificado de ningún hombre como agora el mío? Por cierto, los gloriosos santos, que se deleitan de la visión divina, no gozan más que yo agora en el acatamiento tuyo. Mas ¡oh triste! que de esto diferimos porque ellos puramente se glorifican sin temor de caer en tal bienaventuranza, y yo mismo, mixto, me alegro con recelo del esquivo tormento, que tu ausencia me ha de causar.

Plaza Mayot de la Puebla de Montalbán, villa toledana donde el autor vino al mundo

MELIBEA.- ¿Por gran premio tienes éste, Calixto?

CALISTO.- Téngolo por tanto, en verdad, que, si Dios me diese en el cielo la silla sobre sus santos, no lo ternía por tanta felicidad.

MELIBEA.- Pues aún más igual galardón te daré yo, si perseveras.

CALISTO.- ¡Oh bienaventuradas orejas mías, que indignamente tan gran palabra habéis oído!

Puente Romano de Talavera de la Reina, donde vivió y murió el autor

MELIBEA.- Mas desventuradas de que me acabas de oír. Porque la paga será tan fuera como merece tu loco atrevimiento. Y el intento de tus palabras ha seído como de ingenio de tal hombre como tú, haber de salir para se perder en la virtud de tal mujer como yo. ¡Vete, vete de ahí, torpe! Que no puede mi paciencia tolerar que haya deslizado ocultamente en corazón humano el propósito de conseguir en mi el deleite del ilícito amor.

CALISTO.- Iré como aquel contra quien solamente la adversa fortuna pone su estudio con odio cruel.

 Una vista de Talavera en la actualidad.
Aqui fue Rojas alcalde muchos años
         

1 comentario:

  1. Un gran clásico muy bien ilustrado por las fotografías que has puesto.

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